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EL CASO DEL MINISTERIO DE HACIENDA Y OTRAS HISTORIAS DE FANTASMAS
El primer caso que han explicado tuvo por escenario el ministerio de Hacienda, en la calle Alcalá de Madrid. Un edificio diseñado por el arquitecto Sabatini y cargado de siglos de historia, primero como Real Casa de Aduanas y luego como ministerio de Hacienda, con un paréntesis en los años treinta del siglo pasado, cuando sirvió como cárcel, checa y centro de mando de la defensa de Madrid durante la guerra civil.
A Sol y Paloma les llamó el secretario de estado de Hacienda en aquel entonces porque los vigilantes nocturnos del edificio aseguraban que pasaban cosas muy extrañas: puertas que se abrían y cerraban solas cuando alguien se acercaba a ellas, que en algunas zonas olía como a velas encendidas, que oían voces... Las cámaras de seguridad grabaron un pájaro, inexistente, que solía revolotear por el vestíbulo.
Sin revelar su identidad, el desconocido aseguró que había sido asesinado de un disparo, al parecer por un asunto económico y en ese mismo despacho de la planta noble del ministerio, en 1847, siendo titular de Hacienda el financiero marqués de Salamanca, José de Salamanca y Mayol, un personaje rocambolesco, típico del siglo XIX español. También le dio a Paloma la pista de un abominable secreto.
Resultó que el secretario de estado tenía alguna relación de parentesco con ese personaje y que, además, era la única persona que conocía la existencia de una fosa común repleta de restos humanos en los sótanos del ministerio, allí donde se encontraban las celdas de lo que había sido primero cárcel de la República, luego checa y más tarde prisión de soldados italianos capturados en la batalla de Guadalajara. Un siniestro pasado que él había investigado por su cuenta en los archivos del ministerio. Después de lograr que se conociera su historia, el fantasma no volvió a dar señales de su existencia y el caso quedó cerrado.
"Si véis a algún fantasma, preguntadle quién es y qué quiere", han recomendado las conferenciantes. "No tengáis miedo -han dicho, que no pueden hacernos daño". A continuación han contado lo que Sol Blanco Soler ha calificado de "un delicioso caso del territorio", en el que un "muertito", como llama Paloma a los espíritus, se había aparecido en una casa nueva en cuyo solar él había tenido años atrás un pequeño huerto. Era la ilusión de toda su vida, pero al envejecer sus hijos le habían internado en una residencia para mayores y él murió allí de pena, añorando su huerto.
Paloma ha contado que más que una investigación paranormal hizo una psicoterapia colectiva. El chico apareció en su bola y le dijo que quería destruir todo lo que había dejado aquí. Que quería seguir su viaje, pero sin dejar rastro, y que su familia le perdonase. Los padres así lo hicieron y el espíritu no volvió.
Hay espíritus que no pueden acceder a la luz, aun plano superior, porque no saben que su vida en la tierra acabó, porque vagan esperando el perdón que no se les concedió en vida, porque temen el castigo por sus acciones o porque están apegados a los afectos y bienes que tuvieron. Por eso las religiones nos enseñan que debemos aprender el desapego, a ir prescindiendo de las cosas materiales.
Para ayudar a los que están estancados en lo que Sinesio Darnell llama interfase, lo primero es hablar con ellos y saber qué problema tienen y después llamar a algún ser querido que esté en el otro lado para que venga a buscarle y le acompañe a la luz. Otra forma de ayudarles es hacer ritual de Cábala para que vengan los cuatro arcángeles a llevárselo. Pero el espíritu debe irse voluntariamente, sino, no hay manera.
Por último, Paloma Navarrete ha subrayado que la comunicación con el más allá debiera ser como ella la estaba contando, como una cosa normal y natural, que no tiene que darnos miedo.
EL CASO DEL MINISTERIO DE HACIENDA Y OTRAS HISTORIAS DE FANTASMAS
Escuchar a Sol Blanco Soler, periodista,y Paloma Navarrete, psíquica, contar sus investigaciones sobre casas encantadas y fantasmas recalcitrantes es una diversión garantizada. Y no porque los casos que narran no sean dramáticos, que muchos lo son, ni porque sus pesquisas sean cómicas o poco serias, que no lo son en absoluto, sino por la gracia, a veces mordaz, con que los cuentan. Llevan muchos años formando parte del Grupo Hepta, que fundó el jesuita padre Pilón para investigar fenómenos paranormales y que acude cuando se les llama, como los cazafantasmas de la película del mismo título.
El primer caso que han explicado tuvo por escenario el ministerio de Hacienda, en la calle Alcalá de Madrid. Un edificio diseñado por el arquitecto Sabatini y cargado de siglos de historia, primero como Real Casa de Aduanas y luego como ministerio de Hacienda, con un paréntesis en los años treinta del siglo pasado, cuando sirvió como cárcel, checa y centro de mando de la defensa de Madrid durante la guerra civil.
A Sol y Paloma les llamó el secretario de estado de Hacienda en aquel entonces porque los vigilantes nocturnos del edificio aseguraban que pasaban cosas muy extrañas: puertas que se abrían y cerraban solas cuando alguien se acercaba a ellas, que en algunas zonas olía como a velas encendidas, que oían voces... Las cámaras de seguridad grabaron un pájaro, inexistente, que solía revolotear por el vestíbulo.
Normalmente, cuando aparecen fantasmas la temperatura ambiente baja y se tiene sesnsación de frio, de "ponerse los pelos de punta". En este caso era todo lo contrario; en el amplio despacho del secretario de estado, con balcones a la calle Alcalá. hacía un calor inverosímil, dado el tamaño de la estancia y su alto techo. Había un rincón en el que el alto funcionario se sentía particularmente incómodo. El motivo era obvio para la psíquica, que inmediatamente captó la presencia de un espíritu, con el que entabló un diálogo telepático a través de su bola de cristal.
José de Salamanca y Mayol |
Resultó que el secretario de estado tenía alguna relación de parentesco con ese personaje y que, además, era la única persona que conocía la existencia de una fosa común repleta de restos humanos en los sótanos del ministerio, allí donde se encontraban las celdas de lo que había sido primero cárcel de la República, luego checa y más tarde prisión de soldados italianos capturados en la batalla de Guadalajara. Un siniestro pasado que él había investigado por su cuenta en los archivos del ministerio. Después de lograr que se conociera su historia, el fantasma no volvió a dar señales de su existencia y el caso quedó cerrado.
"Si véis a algún fantasma, preguntadle quién es y qué quiere", han recomendado las conferenciantes. "No tengáis miedo -han dicho, que no pueden hacernos daño". A continuación han contado lo que Sol Blanco Soler ha calificado de "un delicioso caso del territorio", en el que un "muertito", como llama Paloma a los espíritus, se había aparecido en una casa nueva en cuyo solar él había tenido años atrás un pequeño huerto. Era la ilusión de toda su vida, pero al envejecer sus hijos le habían internado en una residencia para mayores y él murió allí de pena, añorando su huerto.
En este punto, las conferenciantes han advertido que las casas encantadas no tienen por qué ser palacios o edificios singulares, como el palacio de Linares o el museo Reina Sofía, donde también han investigado, y han señalado que la mayoría de los casos en los que han trabajado se situaban en casas "normales", de pisos. Como el de una azafata, invadido por la presencia de "Don Federico", un aristócrata del XIX, soberbio e impertinente, que sostenía tercamente que aquella era su casa, porque allí se levantaba en tiempos el palacete donde había vivido.
Y en otro piso, del madrileño barrio de Salamanca, se produjo un fenómeno, lo que en parapsicología se llama fuego espontáneo, que impulsó a sus moradores, un matrimonio mayor y su hija soltera, a requerir los servicios de Sol y Paloma. El fantasma era el hijo de la familia, que había caído en la drogodependencia y que moriría de una grave enfermedad. Sus padres habían conservado la habitación del chico tal como estaba cuando éste se fue de casa.. Hasta que, al mes de la muerte del chico, la habitación se incendió sin que nada ni nadie, aparentemente, hubiese provocado el fuego. En el centro del cuarto aparecieron apiladas todas sus pertenencias, sobre todo ropa y discos, y en el borde del balcón, unas zapatillas, como si el chico hubiera estado allí y saltado a la calle.
Paloma ha contado que más que una investigación paranormal hizo una psicoterapia colectiva. El chico apareció en su bola y le dijo que quería destruir todo lo que había dejado aquí. Que quería seguir su viaje, pero sin dejar rastro, y que su familia le perdonase. Los padres así lo hicieron y el espíritu no volvió.
Hay espíritus que no pueden acceder a la luz, aun plano superior, porque no saben que su vida en la tierra acabó, porque vagan esperando el perdón que no se les concedió en vida, porque temen el castigo por sus acciones o porque están apegados a los afectos y bienes que tuvieron. Por eso las religiones nos enseñan que debemos aprender el desapego, a ir prescindiendo de las cosas materiales.
Para ayudar a los que están estancados en lo que Sinesio Darnell llama interfase, lo primero es hablar con ellos y saber qué problema tienen y después llamar a algún ser querido que esté en el otro lado para que venga a buscarle y le acompañe a la luz. Otra forma de ayudarles es hacer ritual de Cábala para que vengan los cuatro arcángeles a llevárselo. Pero el espíritu debe irse voluntariamente, sino, no hay manera.
Por último, Paloma Navarrete ha subrayado que la comunicación con el más allá debiera ser como ella la estaba contando, como una cosa normal y natural, que no tiene que darnos miedo.
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