EL ÚLTIMO PAPA

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                         EL ÚLTIMO PAPA

  Según san Malaquías, con Francisco finalizará el papado




Había gran expectación en la sala de conferencias de Príncipe Pio ante la intervención de Enrique de Vicente sobre los enigmas, señales y profecías en torno a la renuncia del papa Benedicto XVI y la elección de su sucesor  en  un cónclave que iba a comenzar tres días después.

El director de “Año Cero” desgranó un “thriller”, una narración de intrigas palaciegas rodeadas de ominosos signos celestes de que algo trascendental para todos nosotros, independientemente de nuestras creencias o de la falta de ellas, se estaba avecinando.  El título de la conferencia, “El último papa”, se refiere a que el nuevo  papa Francisco es el último de la lista profética de 112 pontífices atribuida a Malaquías, un santo irlandés del siglo XIII.
Enrique de Vicente comenzó diciendo que la histórica e inesperada renuncia del papa Ratzinger  había caído como un verdadero rayo sobre el inconsciente colectivo.  Porque la Iglesia católica ha ido convirtiéndose, a lo largo de los siglos y a partir del emperador romano Constantino, en una teocracia, es decir, un gobierno de origen divino.

El catolicismo romano, con la figura del papa,  tiene una importancia capital –aseguró el conferenciante- porque  la sociedad cristiana occidental, que es la que domina el mundo, sigue siendo una continuidad del imperio romano, que se rige por normas heredadas de aquel imperio. Ese poder lo perpetúa el Vaticano, por ejemplo,  con el uso del latín.

Además, el Vaticano es la única monarquía absoluta que existe hoy en día, si exceptuamos algunos pequeños países, como Nepal y Bután. La tradición histórica señala que un monarca absoluto jamás puede dimitir. Por este motivo, la renuncia de Benedicto XVI supone un terremoto, aunque las jerarquías traten de justificarla con argumentos más o menos discutibles.

Benedicto XVI visitó la tumba de Celestino V
Nunca ha habido en la historia una dimisión voluntaria de un papa como ésta. La anterior la protagonizó Celestino V, un pobre monje anacoreta al que eligieron contra su voluntad para acabar con las disputas de los cardenales por el poder. Renunció a los 107 días de ser elegido, escandalizado por lo que había visto, y fue encarcelado por su sucesor, Bonifacio VIII.  El hallazgo de un orificio en la parte posterior de su cráneo hizo surgir las sospechas de que pudo ser asesinado, aunque el Vaticano no publicó las conclusiones de una reciente investigación al respecto.
En cuanto a la renuncia de Benedicto XVI, está rodeada de símbolos y señales que merece la pena considerar, a juicio del conferenciante. En primer lugar, la fecha en que se produjo: un dia 11, como tantos otros de los últimos años en que han ocurrido acontecimientos muy importantes, como el 11 de septiembre de 2001 (atentados en Estados Unidos), el 11de marzo de 2004 (atentados en Madrid),  el 11 de marzo de 2011 (tsunami en Japón y accidente nuclear de Fukushima) o el 11 de febrero de 2011 (cae Mubarak en Egipto)…

Ese mismo 11 de febrero, horas después de que el papa anunciara su dimisión, cayó un rayo sobre la cúpula de la basílica de San Pedro y, también el mismo dia, se resquebrajó la pared principal del sarcófago de hormigón que protege el reactor nuclear de Chernobyl. Esta es una palabra rusa que significa ajenjo, una planta amarga, y Ajenjo es uno de los pocos nombres propios que aparece en el Apocalipsis, refiriéndose simbólicamente a una estrella caída del cielo que envenena los ríos.

El día anterior había caído en la ciudad brasileña de Santo Antonio da Platina una lluvia de arañas negras, un símbolo que muchos anticlericales identifican con la curia romana y que al novelista Blasco Ibáñez le sirvió de título para su violenta diatriba contra los jesuitas “La araña negra”. Y al día siguiente de la renuncia papal, Corea del Norte realizó una prueba nuclear que provocó un terremoto de cinco grados que pudo sentirse en los países vecinos.

 Para el viernes  siguiente se esperaba que un meteorito pasara cerca de la Tierra. Y sin que, al parecer, tuviera relación alguna con el que se esperaba, otro cuerpo celeste, acompañado de una luz cegadora, cayó ese día sobre la región rusa de Chelyabinsk, causando más de mil heridos y numerosos destrozos. Todo esto puede interpretarse como obvias señales simbólicas de que algo muy importante va a ocurrir o está ocurriendo ya.


Respecto a los posibles motivos de la dimisión del papa, más allá de su avanzada edad, 86 años, y delicado estado de salud, se señalan las cada vez más numerosas denuncias de casos de pederastia protagonizados por sacerdotes, pese a la tardía reacción del pontífice y de una parte de la jerarquía eclesiástica, y la situación terminal de corrupción moral en la curia romana que, al parecer, revela el aún secreto informe encargado por Benedicto XVI a tres cardenales octogenarios sobre el llamado “Vatileaks”.




Paoletto cubre las espaldas de Benedicto XVI
El escándalo en el que se veían involucrados miembros de la curia estallaba el año pasado. Se trataba de un supuesto compló para asesinar al papa. Surgió después el llamado Vatileaks, el robo y filtración de documentos confidenciales, incluida correspondencia personal del papa Ratzinger, llevada a cabo por su mayordomo, Paolo Gabriele, y otras personas , que al parecer no tenía nada contra Benedicto XVI sino que trataban de ayudarle sacando a la luz esos documentos, incluida la amenaza de muerte, ya  que el hecho de publicarse la neutralizaría. “El pobre Paoletto–recordó Enrique de Vicente- fue condenado a 18 meses de arresto, pero a los treinta días el papa le perdonó sus pecados y no le dio una medalla al mérito porque no era políticamente correcto”.
“Hay demasiados síntomas –señaló el conferenciante- de que “los cuervos” han tomado el Vaticano”.  El mayor escándalo es el de las finanzas, que desde los años 30 gestiona el IOR, Instituto  para las  Obras de Religión, una mezcla de banco y paraíso fiscal que durante muchos años ha estado invirtiendo  en los negocios más turbios, como el blanqueo de dinero procedente de la Mafia : droga, prostitución y otras actividades delictivas.
En cuanto a ese informe secreto, que algunos cardenales querían conocer con detalle antes de entrar en el cónclave, el diario “La Stampa”  filtró la existencia de peleas a muerte por el poder dentro de la curia entre dos facciones, la dirigida por el todopoderoso secretario de estado,  cardenal Bertone, y la llamada “diplomática”, capitaneada por su antecesor, el cardenal Sodano, y también de escándalos homosexuales que a veces tenían por escenario el propio recinto vaticano.
 
Estimó el conferenciante que la pelea que se va a librar en el Vaticano es una pelea atroz y decisiva, por la influencia espiritual y simbólica que tiene sobre el destino de la humanidad. “Quiera el Espíritu Santo –exclamó- que no venza ninguna de las dos facciones rivales, que sólo buscan el dinero y el poder, y que venzan, por el contrario, los cardenales que no están en ese tinglado, seres realmente espirituales y cristianos, y que de entre ellos salga un papa que trate de hacer lo mejor para la Iglesia y para el mundo”.
"No sería anómalo que el Espíritu Santo eligiera un buen papa -prosiguió el director de “Año Cero”- porque ya ocurrió en 1978, con la elección de Juan Pablo I, santo –aunque no se le ha reconocido como tal- y mártir, ya que murió-envenenado por quienes le rodeaban-  por sus creencias, por el bien y la verdad".
Juan Pablo I
 
Entre sus proyectos, como luego se supo a través de diversas cartas legadas por su familia, estaba socializar los bienes de la Iglesia y repartirlos entre la Iglesia militante, sacar del Vaticano a la curia y convertirlo en un museo, dar , de forma paulatina, mayor participación a la mujer y que la Iglesia pasara a gobernarse como en los tiempos primitivos del cristianismo, conjuntamente por todos los obispos, con lo que se iría hacia la desaparición del papa, que volvería a ser  simplemente el obispo de Roma, lo que había sido antes de hacerse con el poder absoluto.
 
Su pontificado sólo duró 33 dias. A sus familiares se les negó terminantemente el acceso al Vaticano y se les impidió por todos los medios que solicitasen un análisis forense del cadáver. En las catacumbas vaticanas, en el subterráneo de la basílica de San Pedro, donde se entierra a los papas, su sepultura no suele tener flores, a diferencia de las de sus predecesores y la de quien le sucedió, Juan Pablo II.
 
No tuvo palabras tan elogiosas Enrique de Vicente para el que se conoció como  “el papa bueno”y  ya beato Juan XXIII, que en opinión del conferenciante contribuyó también a la tolerancia de conductas criminales, al dictar una disposición por la que todo miembro del clero que revelara públicamente o denunciara ante la justicia un delito que pudiera haber ocurrido dentro de la Iglesia sería excomulgado automáticamente; su obligación era comunicarlo a los tribunales eclesiásticos.

 
A continuación, el conferenciante se refirió a las profecías sobre los papas atribuidas a san Malaquías, un obispo irlandés del siglo XIII, en las que se adjudica a cada pontífice un lema alusivo a aspectos de su biografía y que hasta ahora han ido coincidiendo de forma bastante verosímil con la realidad. Tras repasar los lemas  correspondientes a los últimos papas y su interpretación, Enrique de Vicente se detuvo en la anotación profética que debe corresponder al momento actual. 

En ella se habla de persecución extrema. Al último papa, san Malaquías le adjudica el nombre de Pedro Romano, “que apacienta sus ovejas en medio de grandes tribulaciones y durante cuyo mandato la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Tremendo juzgará a su pueblo. Fin”, concluye la profecía, que el conferenciante no interpreta como el fin del mundo, sino como el fin del papado o de la Iglesia católica tal como la conocemos ahora.
En cuanto al nombre de Pedro Romano, había por lo menos tres cardenales que tenían ese apelativo en el reciente cónclave, pero –como se sabe- el papa electo, el cardenal argentino Bergoglio, ni se llama así ni eligió ser el segundo Pedro en la historia de la Iglesia. El director de “Año Cero” señaló que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado de Benedicto XVI, además de llamarse Pedro Evasio Tarcisio Bertone, nació en un pequeño pueblo italiano llamado Romano Canavese.
Sin embargo, el conferenciante descartó las  posibilidades de Bertone de ser elegido por contar con demasiados enemigos, aunque advirtió de que podía ser un símbolo de lo que iba a ocurrir: una pugna entre una facción dirigida por el propio Bertone, y otra llamada “diplomática”, encabezada por su antecesor en la secretaría de estado, el cardenal Sodano, excluido del cónclave por ser mayor de 80 años, con sus respectivos ncandidatos. Como se sabe, ninguna de esas candidaturas prosperó, pero eso no quiere decir que ambas facciones no prosigan sus disputas si el papa Francisco no actúa enérgicamente.
Por último, Enrique de Vicente se refirió a las diversas profecías y visiones de los últimos papas que predicen un trágico final para el último pontífice, que moriría asesinado. A este respecto, el conferenciante destacó que tanto el cardenal Bertone como el ahora papa emérito, cuando se hallaba al frente del antiguo Santo Oficio, la Congregación para la Doctrina de la Fe, ocultaron parte del llamado “tercer secreto de Fátima”, supuestamente revelado por la Virgen a los tres pastorcillos a los que se apareció en esa localidad portuguesa y en el que supuestamente se describía tal atentado.  
Atentado contra Juan Pablo II, el 13 de mayo de 1981
El intento de asesinato de Juan Pablo II, el 13 de mayo de 1981, festividad de la Virgen de Fátima, fue aprovechado para tergiversar ese ominoso secreto y darlo por ya cumplido. Una vez realizada esa falsa revelación, según el director de “Año Cero” el cardenal Bertone le prohibió a la vidente sor Lucía hablar con nadie sobre ese asunto, hasta su muerte, y asistir incluso a la beatificación de sus primos, Jacinta y Francisco, que habían protagonizado con ella las apariciones marianas.
Ese tercer secreto de Fátima podría referirse también a la actual situación de la Iglesia y a una futura gran destrucción, tal vez un cataclismo atómico, de resonancias apocalípticas. A este respecto, el  conferenciante advirtió que en estos momentos el principal riesgo está en el enfrentamiento,  por ahora sólo dialéctico, entre dos potencias cuyos dirigentes son mesiánicos: Israel e Irán, que esperan la llegada inminente de sus  respectivos mesías y la recíproca eliminación del enemigo.
Sin apenas solución de continuidad, Enrique de Vicente habló también, esa misma mañana, de los “chemtrails”, esas misteriosas estelas que dejan algunos aviones en nuestros cielos y que,  según múltiples denuncias, no son otra cosa que fumigaciones de productos tóxicos para la salud humana. Pero ésa es otra historia, que el conferenciante relacionó con la anterior y que aquí se contará otro día.



 

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