LAS RECETAS DE MARÍA ELENA
Había gran expectación por escuchar a María Elena en el Foro de las Ciencias Ocultas y Espirituales, que se celebra en Príncipe Pio hasta el próximo domingo. Desde bastante antes de comenzar su charla, muchas personas han guardado cola a la entrada de la sala de conferencias. Y es que María Elena, maga celta, vidente y medium, tiene un importante número de seguidores a través de las ondas, en los programas radiofónicos donde, desde hace años, ofrece sus consejos y recetas para alcanzar la paz interior y la felicidad.
Esta vez ha hablado de la energía universal, energías vivas y energías muertas, aquellas que no viven en un cuerpo físico terrenal. Ha empezado diciendo que cuando trabajamos las energías vivas físicas, resulta que también trabajamos las interiores. Esto no comporta un mayor apego a la vida, sino otra calidad de vida.
Según María Elena, todo se basa, en la vida física de las personas, en los puntos vitales que todos tenemos, que son los chakras. Todas las terapias (taichi, yoga, cromoterapia, shiatsu...) están basadas en el calor, en la energía, en la concentración de los chakras. Hablan de 7 chakras, , frontales, que realmente son los más importantes, y de otros 70, los nadis, que son los dorsales. Si a estos puntos del sistema nervioso central se les da color, con la cromoterapia, se les está dando calor, energía. Todo cuerpo necesita color interior.
A veces, señala María Elena, las personas somos muy negativas desde la cuna y es porque esa energía que traemos está viciada y hay que limpiarla, con nuestra propia energía. Ir colocando el propio yo, paso a paso, como si amuebláramos una casa nueva a nuestro gusto. Llega un momento en que estás harto y lo único que quieres es calidad de vida, vivir en paz, con alegría, sin importarte tanto lo terrenal, lo económico.
Porque, en opinión de la conferenciante, lo que nos hace vivir y vibrar es el amor, el cariño de las personas, el sentirnos queridos, sentir que nos necesitan, que eres algo en la vida y no solamente un número. Debemos tener otras ilusiones. Y para ello hay que introducir colores en nuestro cuerpo. Cada color tiene su significado. El morado, por ejemplo, aporta al individuo sabiduría, paz, reconocimiento, transmutación de lo negativo en positivo. El morado se trabaja en la zona de la cabeza; ahí hay un chakra muy importante, el corona, porque nos hace manifestarnos de un modo totalmente diferente.
Si se tienen dificultades para comunicarse con la gente o expresar los sentimientos, se trabaja con la garganta y el color que hay que usar es el azul. El amarillo es la luz, la energía en la vida, y el negro atrae la energía total y plena. Cada color que metemos en el cuerpo es una inyección de vitaminas espirituales, psíquicas y mentales. En cambio, si estamos deprimidos solemos vestir tonos oscuros o apagados: marrones, grises o negro; eso significa que estamos bajos de energía.
Empezamos a trabajar nadis, colores básicos e inundamos todo el cuerpo de colores. El cambio que se opera es impresionante: personas tímidas, que no sabían expresarse y se ponían coloradas a menudo han cambiado espectacularmente gracias a estas técnicas de buscar en el interior de la persona, desde el nacimiento.
Si nos falta alguien, lo primero que hacemos es acudir a él. Pensamos que cuando se nos muere un ser querido siempre está ahí. Tenemos la idea de que está a nuestro lado y nos escucha. Según María Elena, eso es mentira. Las energías, cuando se van de nuestro cuerpo, generan y renacen en otro cuerpo, porque somos energías, a no ser que ya no tengan suficiente fuerza y es cuando se producen esas muertes de niños pequeños, por accidentes o enfermedad.
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