DE TODO CORAZÓN


                     DE TODO CORAZÓN
El Dr. Josep Maria Caralps durante su intervención en el Foro Nueva Conciencia
Para el doctor Josep Maria Caralps, pionero de los trasplantes cardíacos en España y jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Quirón de Barcelona, el corazón es mucho más que una bomba que reparte la sangre por todo el cuerpo y, en el caso de los trasplantes de órganos, existe la posibilidad de una transmisión de recuerdos y sensaciones del donante al receptor.

Sin embargo, como científico con una larga y prestigiosísima carrera, comenzó su disertación en el Foro 2012 Nueva Conciencia, bajo el título "La inteligencia del corazón", advirtiendo a sus oyentes que, aunque haya hechos al respecto que son ciertos, éstos sustentan teorías que no están probadas en absoluto. "Me hubiera gustado traerles -dijo- conocimientos personales de los hechos que voy a tratar, pero solamente podré transmitirles información de unas cosas que están pasando en el mundo de los trasplantes desde el año 88-89".

Pese a esta advertencia, el ponente señaló que la ciencia tiene la obligación de investigar e intentar dar respuestas a las preguntas que suscitan tales hechos, aun cuando su frecuencia estadística sea menor en relación con el número de trasplantes que se realizan y que el pasado año ascendió al número de noventa mil, de todo tipo de órganos, en todo el mundo.

William Harvey
Josep Maria Caralps subrayó que la Medicina actual no acepta mayoritariamente que se puedan transmitir memorias a través de los órganos, pero recordó también que en 1648, cuando William Harvey, considerado el padre de la cardiología moderna, dijo que el corazón era simplemente una bomba que impulsaba la sangre a todos los órganos de nuestro cuerpo, la mayoría de sus colegas tachó esta afirmación de absurda.

Según expuso el doctor Caralps, esos recuerdos no afectan en absoluto a la personalidad del trasplantado ni a sus creencias, pero son algo transitorio que con el tiempo se va perdiendo, aunque eso no significa que no hayan existido. Además, tales memorias se producen sin que haya habido ninguna relación previa entre receptor y donante, cuya identidad suele mantenerse en secreto, o los familiares de éste. "Por lo tanto -concluyó el ponente- hemos de considerar, o creer, que realmente algunas cosas están pasando".

Puntualizó el conferenciante que no es un hecho constatado que estos trasvases de recuerdos se dén en trasplantes de otros órganos sólidos, como el hígado o los riñones, aunque se hayan dado algunos casos, en número muy inferior al de los relacionados con trasplantes de corazón.

En los primeros trasplantes de corazón que se realizaron, en 1967, se establecía el criterio de muerte cardiopulmonar para extraer los órganos de los donantes. No se extraía órgano alguno hasta que se certificaba la parada cardíaca. El diagnóstico se efectuaba en pacientes con lesiones cerebrales consideradas irreversibles, a los pocos minutos de habérseles retirado la respiración asistida. Un año más tarde, en 1968, un equipo de expertos de la universidad de Harvard estableció el mucho más riguoroso criterio de muerte cerebral para dar vía libre a la extracción de órganos. Con él se determina, mediante diversas pruebas, si el encéfalo, que coordina el funcionamiento de los órganos, ha sufrido un daño completo e irreversible. Si es así, a partir de ese momento se procura que los órganos se mantengan en el mejor estado posible para que puedan trasplantarse con éxito, incluso a grandes distancias, que es uno de los mayores avances de la medicina en los últimos años.

El doctor Caralps realizó con éxito, en 1984, el primer trasplante de corazón que se llevó a cabo en España, operación que repitió personalmente alrededor de un centenar de veces más, manteniendo un trato íntimo y cercano con sus pacientes, sin que éstos le manifestaran nunca que tenían recuerdos, percepciones, sensaciones o alteraciones que afectaran a su personalidad. Tampoco tuvo noticia de nada semejante en los casi doscientos trasplantes en los que participó después, de forma indirecta. Pero reconoció que tampoco les había preguntado por ello a sus pacientes, porque entonces desconocía que existiera esa posibilidad de trasvase de memorias, del corazón del donante al cerebro del trasplantado.

Fue hace unos diez meses cuando un antiguo colega suyo del Hospital de San Pablo de Barcelona le envió un e-mail con el sugerente encabezado "Se nos escapó". En él se narraban las experiencias de un psiquiatra y una psicóloga de Estados Unidos, los doctores Gary Schwartz y Linda Russek, con un grupo de trasplantados de corazón que aseguraban tener unas memorias diferentes de las que tenían antes de la operación y que al parecer correspondían a rasgos muy definidos de los donantes, según se había podido constatar en contactos con las respectivas familias.

Ese hecho vino a recordarle a Caralps que, en 1997, el que había sido su profesor de Cirugía Cardiopulmonar en la universidad Loyola, cerca de Chicago, le regaló un libro, "Cambio de corazón", escrito por una bailarina norteamericana, Claire Sylvia, a la que se habían trasplantado el corazón y los pulmones de un donante joven. En él, esta señora asegura que, tras la operación, experimentó un cambio de actitudes -en el vestir, los gustos, etc.- que tuvo la ocasión de contrastar con los padres del donante, a los que consiguió localizar. Y, efectivamente, las coincidencias resultaban asombrosas.

El doctor Schwartz, que trató a Claire Sylvia, y la psicóloga Russek establecieron la llamada "teoría de la memoria sistémica", con la que sostenían que todos los órganos están capacitados para almacenar energía y memoria. Según la misma teoría, si trasplantamos un órgano, que por estos hechos es capaz de almacenar energía y memoria a un receptor, es probable que, por ondas electromagnéticas, el corazón envíe señales de estas memorias nuevas al cerebro. También en la universidad de Harvard, unos investigadores descubrieron en el corazón unas células que llamaron ICA (células cardíacas intrínsecas cardioenérgicas), capaces de segregar sustancias necesarias para el organismo, como la dopamina, y que hasta entonces se creía que eran privativas del cerebro y que, además, poseían propiedades magnéticas. Por lo tanto, podían transmitir, a través de campos electromagnéticos, señales que tuvieran como receptor el cerebro.

Sin embargo, el doctor Caralps señaló la teoría de la memoria celular como la que está más en boga en la actualidad para tratar de fundamentar el trasvase de recuerdos de un organismo a otro. Estas teoría, por la que se afirma que todas las células de nuestro organismo son capaces de almacenar memoria, fue elaborada por un médico, el neuropsicólogo doctor Pearsall, que sobrevivió a una leucemia gracias a un trasplante de médula ósea. A través de sus propias experiencias y, sobre todo, de las de otros trasplantados medulares como él, inició su teoría y escribió un libro, "El código del corazón", en el que sostiene -como ya lo habían hecho todas las culturas importantes de la humanidad- que el corazón es algo más que una bomba, que es realmente el código del alma y que, con sus latidos, no sólo envía la sangre sino también unas señales para coordinar todos los órganos del cuerpo y facilitar su correcto funcionamiento.

Candace Pert
Y todo este proceso, realizado en íntimo contacto con el cerebro, fue explicado por una farmacéutica y neuropsicóloga norteamericana, Candace Pert. Según ella, cuando sentimos una emoción, nuestro cerebro abre una ventana y segrega unas sustancias llamadas neuropéptidos, capaces de ir a cualquier receptor de cualquier célula del organismo y generar las sensaciones que nostros tenemos cuando nuestro cuerpo está sometido a una emoción importante, ya sea positiva, como en el caso del amor o la generosidad, o negativa, como en el caso del odio o la ira. También descubrió que el corazón era asimismo capaz de segregar neuropéptidos y distribuirlos a otros órganos, incluido el cerebro, con lo que podía establecerse una retroalimentación constante de emociones y sensaciones entre el corazón y el cerebro.
Neuropéptidos
De acuerdo con esta teoría, ¿qué sucede cuando alguien recibe un trasplante de corazón? Pues que en el corazón del donante existen millones de receptores a los que el trasplantado no puede acceder porque representan a otras células ajenas a su organismo. Sólo si el receptor tiene suficiente sensibilidad y sabe gestionar bien sus emociones, es probable que sus neuropéptidos o los del corazón que ha recibido sean capaces de enviar señales a su cerebro o a cualquier otro órgano y recibir las memorias que puedan anidar en él.

El doctor Caralps aludió también a otras teorías que podrían explicar la transmisión de recuerdos y sensaciones entre un órgano trasplantado y su receptor, como una variante de la psicometría, en la que el objeto transmisor se encuentra dentro del propio organismo, o la telepatía. A continuación, el ponente desarrolló el concepto de "inteligencia del corazón", tomando como base de partida el hallazgo, hace unos años, de un conjunto de neuronas independientes del propio tejido nervioso de conducción de los latidos del corazón, al que sus descubridores llamaron el cerebro del corazón. Este descubrimiento proporcionó una cierta base científica a una teoría desarrollada en los años 70 según la cual el corazón tenía una inteligencia capaz de transmitir, a través de diferentes latidos, sensaciones, emociones e incluso memorias al resto de los órganos del cuerpo. En vanguardia de esta investigación está el instituto californiano Heartmath, presente en los cinco continentes con millones de seguidores y que enseña a utilizar y beneficiarse de la inteligencia del corazón.

Daniel Goleman
La inteligencia del corazón consiste en aprovechar la intuición y saber gestionar las emociones para adquirir un desarrollo personal mucho mayor. En el año 1985, un autor norteamericano, Daniel Goleman, publicó un libro del que se vendieron millones de ejemplares, titulado "La inteligencia emocional", y que lo único que decía era que tenemos que intentar dar inteligencia y sentido a nuestras emociones, gestionarlas bien, y tratar de entender lo que el corazón nos dice, porque es la mejor manera de llegar a conocer la realidad de las cosas.

En este punto, el conferenciante vinculó la teoría de la inteligencia emocional con la teoría filosófica del intuicionismo, que ya desarrolló Platón, afirmando que la intuición era la forma mejor y más rápida de conocer todas las cosas, por encima de la creencia, la conjetura o la razón. El doctro Caralps expresó su convicción de que, para muchos, el corazón está reconvirtiéndose en el centro de nuestras esencias y en mucho más que algo para repartir sangre por el cuerpo.

Todas las culturas antiguas habían considerado siempre al corazón el centro del ser. Y Aristóteles dijo que el corazón era la esencia de nuestra alma y lo que realmente nos representaba, y que teníamos que dejarnos llevar por el corazón. Hay millones de dichos populares que establecen que una corazonada es lo que nos puede dar lugar a un conocimiento correcto de las cosas. "Y como desconocemos demasiadas cosas de nuestro ser -dijo- mientras no tengamos unas teorías científicas sólidas, tenemos que guiarnos por la intuición de nuestro corazón para aceptarlas o no".


Por último, el doctor Caralps dijo que, aunque no se considera hombre de esoterismos, cree que hay que aceptar estas posibilidades sin prevención, sabiendo que ocurren pocas veces, que no afectan en absoluto a la personalidad del receptor y que son transitorias, pero que pueden dar explicaciones a muchas cosas que hoy en dia desconocemos. "Y como dijo Sainte Exupéry -concluyó- hemos de estar de acuerdo en que la mayoría de las cosas fundamentales que nos pasan son invisibles para el ojo humano y que es mucho mejor la imaginación que la razón, porque la razón, como dijo Einstein, sólo nos enseña lo que es y la imaginación tiene la posibilidad de enseñarnos lo que será y lo que habrá".






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