PAZ INTERIOR PARA DAR SENTIDO A LA VIDA

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PAZ INTERIOR PARA DAR SENTIDO A LA VIDA
"La propia mente y nuestro ego son los principales obstáculos que nos impiden encontrarlo", dice Ramiro Calle



Todos nos congratulamos de la rápida, satisfactoria y evidente recuperación de Ramiro Calle de la gravísima enfermedad que contrajo la pasada primavera en Sri Lanka. En la conferencia con la que ha clausurado con gran brillantez esta edición del Foro ha demostrado que, a su sabiduría, lucidez y sosiego ha añadido una buena dosis de optimismo vital, que se ha traducido, en el coloquio que ha seguido a la charla, en ocurrencias humorísticas muy celebradas por los asistentes.
Paulino Monje, profesor de yoga mental, introdujo a Ramiro Calle
Paulino Monje, profesor de yoga mental y habitual introductor de Ramiro Calle, ha efectuado una resumida crónica de la enfermedad de éste, producida por una bacteria procedente de aguas contaminadas, que ataca el cerebelo,  y que -como ha dicho el presentador- le tuvo en el límite  entre la vida y la muerte. "En el límite" es precisamente el título de su último libro, en el que el orientalista narra esta amarga experiencia y las reflexiones que le ha suscitado.

Sin embargo, Ramiro Calle ha preferido hablar sobre una cuestión más trascendente: el sentido de la vida y cómo encontrarlo. "Tenemos - ha dicho- un cerebro humano, racional, y debemos aprovechar esta preciosa oportunidad para convertir nuestra vida en una senda hacia nuestro interior, nuestro bienestar y el de los demás". Y a continuación ha señalado que disponemos de los medios para ir abriéndonos camino en la bruma densa y espesa de la mente y reencontrar nuestra mente iluminada.

El público escuchó muy atentamente y participó con interesantes preguntas
¿Cuál es el sentido de la vida?, preguntó el conferenciante, hace muchos años, a un monje budista y éste le respondió sin vacilar: "El que usted quiera darle". Más allá de si la vida tiene un último sentido, más allá de si todo está dirigido o no por un Absoluto, más allá de si hay un signo más allá de un signo o un significado que escapa a nuestro modo racional de pensar, lo cierto, asegura Ramiro Calle, es que el sentido está aquí y ahora y que depende del que cada uno quiera otorgarle a cada momento de su vida.

"Hay personas -ha dicho-que hacen de su vida un erial, un estercolero; hay personas que van construyendo lenta y pacientemente el noble arte de vivir, que consiste en beneficiarnos a nosotros mismos, pero conciliar nuestros intereses con los intereses de los demás y poner los medios para beneficiar a los otros". Y ha revelado que, desde adolescente, ha tratado de hallar el sentido de la vida y ha buscado siempre lo eterno, lo inefable; de joven, con enorme romanticismo y ahora, que es mucho más mayor, el romanticismo se atenúa, pero sigue palpitando, "esmaltando el alma con un eco de infinitud".

A veces buscamos tan insistentemente un misterioso sentido último de la vida que no aprovechamos cada momento para darle todo su sentido. Y advierte que cada uno de nosotros tiene que hacer una reflexión seria: ¿qué quiero para mi vida? No para la vida que ya ha pasado, que es como la flecha disparada, que no puede volver atrás, sino qué quiero cada dia para el resto de mi vida. Y tratar de encontrar el sentido de cada momento para vivirlo como si fuera el primero y el último, en armonía con nosotros mismos y con los demás.

Todo lo que hacemos en nuestras vidas es porque buscamos felicidad, pero a menudo la postergamos porque siempre pensamos que habrá una ocasión mejor. Y ese es el cepo envenenado en el que todos caemos. El mejor momento no es luego, es ahora. El sentido no está más allá, el sentido está aquí, en este momento y en esta circunstancia.
¿Por qué la gente busca pareja?... para ser feliz; ¿por qué la gente tiene hijos, aun inconscientemente?... para ser más feliz; ¿por qué buscamos progresar en nuestro trabajo, tener amigos, viajar por todo el mundo?... para ser más felices. Buscamos constantemente la felicidad, pero ¿puede ser el sentido que buscamos esa felicidad que nos puede provocar pasajeramente la distracción, la diversión, los placeres externos? ¿O está el sentido dentro de nosotros y tenemos que aprender a bucear en nosotros mismos para recuperarlo y actualizarlo?

De la misma manera que se dice que la respuesta al problema está siempre dentro del problema, la respuesta a nosotros mismos tenemos que buscarla dentro de nosotros mismos. Buscamos primero en capas superficiales: placer, diversión, entretenimiento. Pero cuando vamos descubriendo que eso no es suficiente, que no nos sentimos completos, que nos sentimos huérfanos de nosotros mismos, entonces buscamos más hacia adentro, empezamos a tratar de indagar en sendas espirituales que nos puedan conducir a la resolución de nuestro interrogante interno. Uno entran en unas tradiciones, otros, en otras; unos practican yoga, otros meditación, otros tai-chi, otros técnicas muy diversas de autodesarrollo... El caso es que buscamos.

Advierte el conferenciante que cuando empezamos a descubrir que algo nos falta es cuando se activa en nosotros el muy misterioso mecanismo de la búsqueda. ¿Qué me falta y por qué, si tengo buenos hijos, o una pareja agradable, o un buen trabajo o amigos satisfactorios; ¿por qué, a pesar de todo, sigo sintiéndome vacío, sin saber enfrentar la inmensa soledad de un ser humano, sigo sin superar el tedio vital, la insatisfacción cotidiana? Más allá de las apariencias, lo que todos estamos buscando es paz, un estado de sosiego donde pueda manifestarse -clara, diáfana y audible- la voz de nuestro ser interno.

Para esquivar la desorientación en esa búsqueda existen mapas espirituales, que nos indican la sinuosa senda que hay que recorrer hacia la autorrealización . Al emprender ese camino todos nos encontramos con el mismo problema. No es un problema externo, es fácil culpar a los demás o a las circunstancias. El problema está dentro de nosotros y se llama "mente". "En ella -asegura el orientalista- anidan la ofuscación, la codicia y el odio, la intranquilidad, los celos, la ira, el desasosiego". Así que el problema hay que resolverlo dentro del caos de nuestra propia mente.

"Si tienes una buena mente -asegura- las personas que te rodean te parecerán mejores, tu trabajo lo vivirás con otro tipo de motivación, aunque vayas a una ciudad que no sea especialmente hermosa como Venecia te hará palpitar y encenderá tu alma. Si tienes una mala mente, aunque tengas a tu lado a las personas más agradables del mundo, no tienes nada; aunque estés en las ciudades más hermosas, no tienes nada, aunque tengas el trabajo mejor remunerado, no tienes nada".

Para encontrar un sentido a nuestra vida debemos empezar a limpiar nuestra mente y para eso no hacen falta grandes acontecimientos. Basta con darle a cada momento de nuestra existencia todo su relieve, elevar a la categoría de sublime lo que parece sólo cotidiano y rutinario. "Puedo mejorarme -sostiene Ramiro Calle- convertirme en mi propio maestro y mi8 propio discípulo, mi propio terapeuta y mi propio paciente".

Además de la mente, hay otro obstáculo que no nos deja hallar el sentido: el ego. El ego se ha formado porque estamos anudados a nuestro cuerpo, por qué nos han dicho que nos llamamos de una manera y no de otra, porque nos miramos al espejo y vemos nuestro rostro y no el de nuestro compañero, porque tenemos incertidumbres y ansiedades... Cuando uno empieza a no tener ego, comienza a ser feliz. Y sin embargo pasamos toda la vida apuntalando nuestro ego. El ego es el gran impostor, que nos impide ver lo que está detrás, nuestra naturaleza real. Es tan esquivo y astuto que siempre te hace ver lo que no es y te escatima, en cambio, la realidad.

"Hay muerte -asegura- porque no somos capaces de matar el ego. Pero el que mata el ego, el que tiene la muerte iniciática, ya nunca puede morir; vivirá en este cuerpo el tiempo que sea y luego lo abandonará como abandonamos unos zapatos viejos"

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